El otro día estuve recordando mis años en el colegio.

La verdad es que nunca pertenecí al grupo de niñas populares de la clase.

Todo lo contrario.

Era más bien de las calladitas que sacaban buenas notas y pasaban desapercibidas. 

Pero esto cambió cuando llegó a nuestras vidas el Club de Francés. 

Cada jueves por la tarde, la profesora de francés nos llevaba a otra clase (el “Club”) donde veíamos películas y hacíamos juegos para practicar el idioma. Era mucho mejor que dar clase de gramática…

Un buen día se le ocurrió una nueva actividad:  

Crear obras de teatro y representarlas para nuestros compañeros.

Teníamos que producir una obra cada mes.

Y esto es lo que había que hacer:

  • Organizarnos en grupos
  • Escribir el guión 
  • Asignar papeles a cada “actor”
  • Preparar la clase con los elementos necesarios para representar nuestra obra
  • Elegir vestuario 
  • Estudiar el guión 
  • Representar la obra 

La mejor obra se llevaría un premio: Un pack con chocolates, libretas y lápices de colores.

Siempre me gustó escribir y organizar todo tipo de cosas, así que esto de las obras de teatro me emocionó tantísimo que me propuse crear la mejor obra de teatro de la clase. 

Al principio no fue fácil.

Me costó un poco encontrar a gente (como a toda niña no-popular), pero al final conseguí armar mi primer equipo. 

Me encargué de darle forma a la idea, escribir el guión, asignar los papeles, la puesta en escena, elegir el vestuario y organizar los ensayos.

Como había pasado mucho tiempo en clase observando a mis compañeros, ya conocía sus cualidades e intuía qué papel le iría mejor a cada uno. Le asigné a cada uno el role que mejor le iba.

El guión era largo y hasta había cambios de vestuario.  Teníamos bastante texto que memorizar. Ensayábamos en los descansos entre clase y clase. 

Pero la obra era muy divertida y todo el equipo estaba motivado y deseando que saliera bien.

Por fin llegó el día de la representación y fue todo un éxito.

Mi equipo lo hizo genial y el resto de la clase se divirtió mucho. Ganamos por goleada.

Para la segunda obra, no me costó encontrar grupo.

De repente todo el mundo quería hacerla conmigo.

Mis compañeros sabían que tendrían que estudiar guiones largos y practicar en los cambios de clase.

Pero a pesar de eso también sabían que el resultado sería excelente y que el resto de compañeros se divertiría mucho con nuestra actuación.

Y querían formar parte de ello.

Poco a poco nuestras obras de teatro se hicieron más y más populares. Se corrió la voz en el colegio y hasta nos ofrecieron representarla en el festival de fin de curso.

¡Wow! Un gran logro por aquel entonces. 

¿Y por qué te cuento todo esto?

Porque esta experiencia me enseñó grandes lecciones sobre liderazgo que hoy aplico en mi día a día:

Los mejores líderes no son las personas que hacen más “ruido” o las más “populares”

De hecho, según Jim Collins, autor del libro “Good to Great”, los mejores líderes a menudo son modestos, reservados e incluso tímidos. Son personas que anteponen los intereses de la organización a los suyos propios. Son humildes y trabajan duro para conseguir resultados excelentes (no buenos, excelentes). Muchas veces nos dejamos deslumbrar por personas que hacen mucho ruido (hello, ego!) pero que en realidad de liderazgo entienden bien poco.

Lo mío con las obras de teatro fue accidental, nunca me había visto a mi misma como “líder” porque tenía un concepto equivocado de lo que significaba.

Pon a cada persona en el sitio adecuado

Cada persona tiene unas cualidades y habilidades específicas y si le asignas el “papel” incorrecto, no lo hará bien. Y no será su culpa. Por ejemplo, si tengo a un diseñador que es muy creativo pero muy desorganizado, no puedo pedirle que organice un evento por mucho que la temática sea el diseño. Reconoce las virtudes de los miembros de tu equipo y asígnales un role en el que puedan destacar y crear resultados excelentes.

Las personas quieren formar parte de algo grande

Nuestro propósito con las obras de teatro era contar historias para que la clase pasase un buen rato. Y ese era nuestro mejor premio. Cuando el resto de la clase se partía de risa con nuestra obra, sabíamos que el esfuerzo había merecido la pena. Si estás creando algo grande y con significado, tu equipo lo dará todo.

Si no haces un trabajo de calidad es difícil que ganes

Nuestras obras de teatro llevaban muchas horas de preparación y estudio en nuestro tiempo libre. No fue casualidad que nos ofrecieran actuar en el festival de fin de curso. Nos lo habíamos ganado a pulso.  

Como ves la vida siempre nos da oportunidades para que podamos mostrar nuestras habilidades de liderazgo. Si quieres ahondar más en el tema y comprender por qué algunos negocios son excelentes y otros no tanto (pista: depende del líder que tienen) no te pierdas el libro que he recomendado antes “Good to Great” de Jim Collins.

Y ahora me gustaría preguntarte: ¿Qué es para ti un buen líder? Déjame un comentario 🙂

Un abrazo,

Laura


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